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viernes, 29 de noviembre de 2013
2do "B" y su video "La solidaridad"
viernes, 15 de noviembre de 2013
Premiación Concurso Literario C.I.C
¡Felicitaciones a todos los ganadores!
Primer Premio: 3ero "A"
Sol escribió "Sombras"
Natalia y María
Primer Premio: 3ero "A"
Sol escribió "Sombras"
Estaba muy asustado, entré súper rápido a la escuela, llegué tan temprano que ninguno de mis compañeros había llegado. Yo me siento, pero ellos seguían ahí, sentados atrás mío. Quise pensar que estaba alucinando o que quizás no había dormido bien, pero no, yo estaba perfecto, eran ellos que me seguían todo el tiempo, me aterrorizaban sus miradas penetrantes, como si quisieran saber algo de mí, pero no lograba saber qué era.
Pasó una semana y todavía estaban ahí, sentados, esperándome en el aula. Eran sombras negras, totalmente negras.
Ya no duermo, tengo miedo de ir a la escuela, pero no puedo faltar.
Fui el lunes, me senté en el baño, aparecieron esas sombras de la nada y me desmayé.
El segundo premio fue compartido:
4to año, Naiara escribió: "Te cuento algo que pasó en mi escuela"
El día 2 de marzo (faltaban tres días para que empiecen las clases), estaba en mi casa sentada y pensando cómo podía hacer para anotarme en la escuela, ya que mi mamá en las vacaciones tuvo un accidente y quedó afectada su cabeza porque recibió muchos golpes, y no se podía mover.
El día 3 tuve un sueño. Estaba en el colegio y todos me discriminaban, no tenía amigos, los profesores hablaban mal de mí, fue feísimo; todos se burlaban porque yo no tenía familia, solamente tenía a mi madre… Fue un sueño, pero desde esa noche no quise preocuparme más por alguien que me anotara en la escuela.
El día 4, me levanté pensando en explicarle al director que no tenía familia y que mi única pariente era mi mamá, pero que ella ya estaba muy mal y no podía tomar ninguna decisión a causa de los golpes que la habían afectado. El 4 era el último día para pensar en qué podría hacer. Me levanté con todas las energías y me fui a comprar cosas de la escuela con la poca plata que me había dado mi madre. Fui al kiosco de la esquina de mi casa y no me alcanzaba ni para lo justo, seguí caminando y caminando y encontré una librería llamada “El colegio”. Entré y empecé a pedir las cosas, el hombre que me atendió estaba un poco raro y pensativo, entonces me dice: “Papito, ¿qué problema tenés?”. Yo lo miré, noté que lo que me preguntaba era para ayudarme y no para burlarse, entonces le conté mi problema: tenía poca plata porque había gastado todo lo que tenía en los remedios para que mi mamá se recupere y esté bien. Él me dijo: “Niño, no te hagas problema, yo voy a ayudarte en todo lo que necesites”. Me regaló útiles y me anotó en el colegio sin que mi madre tenga que ir.
El primer día de clases entré al salón. Me miraban todos, me sentía raro, pero igual seguí adelante. Estaban todos en grupo y yo estaba solo, tocó el timbre y yo esperé que salgan todos del salón. Así fue como quedé con una chica.
Al tocar el timbre para entrar en el aula noté que todos me miraban. Me sentía extraño, vino la preceptora y retó a la chica llamada Julieta por haberse quedado en el aula.
Cuando era recreo, no sé qué pasó dentro mío que tuve que saltar y defenderla; fue así que la preceptora me retó por primera vez, pero yo me fui contento a mi casa por haberla protegido. Al día siguiente fui al colegio más arregladito, todo preparado para que ella me prestara atención. Ella esta vez se sentó conmigo conmigo, pero no me hablaba ni para decirme que estaba ocupando toda la mesa (hecho que obviamente yo había llevado a cabo a propósito). Cuando tocó el timbre se fueron todos menos yo, pero la chica tampoco me dirigió la palabra.
Pasó una semana de clases y vinieron unas personas que eran psicólogos. Nos preguntaban qué pasaba en nuestras casas y si estaba todo bien. Iban llamando uno por uno; cuando justo me tocaba a mí sonó el timbre. Se me caían las lágrimas al pensar que tenía que contarle de mi mamá. La chica me miró y me dijo: “¿Por qué lloras?”. Yo rápidamente me sequé las lágrimas y le dije que por nada; ella me pidió que le cuente, que guardaría mi secreto. No podía decirle que no, entonces le conté mi historia. A ella se le cayeron las lágrimas y me dijo que tenía la enfermedad que padecía mi madre, pero que afortunadamente su mamá era enfermera y la estaba curando. Yo reí, tal vez de los nervios o tal vez por pensar que la madre me podía ayudar.
Tocó el timbre y vino alguien a decirme que tenía que ir al gabinete. Mi nueva amiga me miró y me dijo: “No cuentes tu problema, yo te voy a ayudar, porque más adelante vienen enfermeros”. Yo no entendía nada de lo que me dijo, entonces ni bien entré en el gabinete me quedé en blanco. La psicóloga me preguntó si tenía algún problema y yo le contesté inmediatamente que no y me fui rápidamente a mi lugar. Julieta me dijo: “La semana que viene vemos por qué te hablo”.
La semana siguiente vinieron doctores a visitarnos y yo, justo ese día, había faltado. Mi compañera Julieta a los dos días de esa visita me llamó en el recreo. Se acercó a mi oído y me dijo: “No quiero que te pongas ni bien ni mal, te quiero decir que lo hice por vos, porque me gustás”. Yo no entendía nada. Me pidió que me siente y me empezó a decir que ella tenía plata para comprar los remedios para su madre, por lo tanto, les había dicho a los doctores que la revisaran y cuando tuvo todos los remedios que le habían pedido me los regaló a mí.
Entonces yo me puse a llorar, la abracé y me escapé de ahí. Fui corriendo a mi casa para darle los remedios a mi mamá. Al pasar un tiempo largo ella se curó y pudo seguir adelante, y ahora está bien. Volví a la escuela muy contento; cuando llegué al aula me dijeron que estaba suspendido del colegio por haberme escapado. Le conté al director la felicidad que tenía por haber logrado que mi mamá recuperara su salud, pero él me respondió que era un problema familiar. Me puse mal, me fui a mi casa llorando y de repente me encontré con el señor que me había regalado los útiles y me abrazó y me dijo: “Joven, yo pedí el cargo de director porque lo ayudé con todo. Me enamoré de tu mamá, nunca te lo dije porque me parecía que lo ibas a tomar a mal”. Yo le contesté llorando y le dije que gracias, que nunca había tenido una familia, que para mí ahora era mi padre. Y así terminé yo con mi mamá y mi papá (el director): ¡Felicidad pura!
de 5to año, Karen escribió "La cruel dictadura":
Hace mucho tiempo, en la época de los militares, había dos familias muy unidas. Los adultos eran amigos de la infancia y querían que sus hijos hicieran lo mismo. El tiempo iba pasando y cada día los militares hacían cosas peores de las que se veían; tenían miedo de que algo les pasara y casi ni se veían.
Un día, decidieron salir a pasar juntos la tarde, ya que hacía rato que las dos familias no se reunían. Los chicos corrían, jugaban, se divertían y reían. De pronto dos militares se llevaron a uno de los hijos de una familia, y a los padres de los otros chicos. Quedaron dos chicos con dos adultos que no eran sus padres. Desesperados gritaban que no se los lleven arruinando ese día maravilloso que venían pasando.
Al saber que quizás no se volverían a ver, la familia se hizo cargo de las criaturas. Se ponían a pensar y a hablar de por qué se los llevaban si sólo estaban paseando. Uno de los chicos le dice:
_ ¿Por qué hacen eso? ¿Cómo tienen corazón para destrozar así las familias?
El hombre le contesta:
_ Hay muchas cosas que son difíciles de explicar. Ellos hacen lo que quieren porque no tienen corazón como vos. Esos sentimientos que tienen sólo son de maldad, quédense tranquilos que vamos a hacer lo posible para recuperar a sus padres y a nuestro hijo.
Va pasando el tiempo y nada sucede, todo sigue igual, cada día las esperanzas de que se reencuentren cada uno con su familia fueron menos y menos. Por la noche se escuchan llantos, rezos para que todo vuelva a la normalidad. Pero no, nunca se supo nada de ninguno, todo quedó como estaba. La familia se hizo cargo de los chicos y siempre tuvieron una mínima esperanza de que aparecieran. Hoy uno de esos chicos es mi profesor, y la historia que acabo de contar es la suya, porque hoy nos contó este relato, en nuestra escuela.
Y 1ero "A" ganó el Tercer Premio:
“Lo que pasó en mi escuela”
En 1999, en una escuela de monjas, en el aula de 1er grado, la alumna Samanta estaba escribiendo con tinta y al escribir tanto una palabra hizo un agujero en la hoja. Vino la monja para ver si había terminado la tarea y, al ver el agujero de la hoja, la arrancó, le hizo un gorro y se lo puso en la cabeza.
Tocó el timbre del recreo y le hizo dar vuelta por toda la escuela mientras que todos los chicos se reían de ella y, desde ese día, Samanta nunca más borroneó la hoja y fue la más prolija.
Podés leer todos los cuentos que participaron haciendo click aquí. ¡Gracias a todos los participantes! Estas son las fotos de la entrega de premio individuales a todos los que participaron:
martes, 12 de noviembre de 2013
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