viernes, 15 de junio de 2012

Antología de cuentos, escrita íntegramente (e ilustrada) por los chicos de 2do "A" y "B"


   Esta Antología es el resultado del trabajo realizado por los alumnos de 2do año “A” y “B” de la Escuela Secundaria Nº 22 de Ciudadela, durante el 1er trimestre de 2012, en el área de Prácticas del Lenguaje.
   Luego de realizar varias lecturas y de trabajar con la existencia de diferentes tipos de narrador, los chicos comenzaron a escribir bajo la modalidad de Taller Literario. La consigna que dio como resultado la presente Antología no fue sencilla: debían crear un personaje niño (con sus características físicas, su personalidad, su medio ambiente, su historia familiar) y hacer que esa vocecita inventada fuese la que narrara en primera persona una historia, desde un punto de vista condicionado precisamente por el hecho de ser niño.
   Son historias interesantes, terribles, increíbles, espantosas, maravillosas… ¡esperamos que las disfruten!

2“ do “A”

María 

  Vine corriendo a mi casa a contarle a mi papá que había ganado el partido, pero me encontré con Elisa, la novia de mi papá. Mi papá se separó de mi mamá cuando yo tenía 5 años. Lo pasé muy mal, mi mamá no estaba más... tampoco está ahora, se murió, la extraño. Bueno, mi papá llegó de trabajar y le conté que había ganado el partido, pero me sorprendí mucho porque fui a la cocina y Elisa estaba con un cuchillo, tratando de matar a mi papá. Pero yo lo impedí y se dio vuelta el cuchillo... Elisa empezó a sangrar y se tiró al piso. Mi papá se puso a llorar, me dijo que yo iba a estar bien, que él se entregaría, que yo me fuese. Yo no lo quería dejar solo; llegó la policía y a mí me llevaron a una casa llena de chicos en donde había un olor...
  Me dijeron que en cinco años mi papá me vendría a buscar, pero jamás apareció. Tengo 15 años ahora, y sigo acá.

Características del personaje:
Nombre: Kady
dónde vive: en un barrio residencial.
cómo es su familia: el padre es empresario, la novia del papá es política y se llama Elisa.
cómo es físicamente: tiene 7 años, morocho, pelo negro.
cómo es su personalidad: le gusta estudiar, le gusta jugar al fútbol, es malo.
qué le pasó: los padres se divorciaron cuando él tenía 5 años y la mamá se suicidó.

Margarita 

   Hola, me llamo Amanda y quiero contarles la triste historia de cómo conocí a mi madre.
   Cuando tenía 11 años yo vivía en Las Breñas, un pueblito del Chaco, con Jorge (mi papá). Si me preguntan por ... mi mamá, mmmm..., nunca la conocí. Por lo que me contó mi papá se fue de la casa tras una terrible discusión que tuvieron, y desde entonces crecí cuidando de él.
   Como ya era grandecita había muchas cosas que quería saber y me daba vergüenza de preguntar a mi papá, sobre todo si eran de mujeres, y me fui dando cuenta de que necesitaba mucho a mi mamá. Cuando cumplí 22 empecé a trabajar de enfermera en un hospital del  pueblo mientras iba estudiando para ser una gran doctora.
   Lo que más me gustaba de mi trabajo era cuidar de los ancianos y de los niños.
   Hice muchos amigos, y lo que más me daba tristeza era cuando la gente mayor de edad fallecía, especialmente si eran amigos míos.
   En uno de esos casos conocí a una señora a la que le decíamos "Abuela Romi". Era una señora de mucha paciencia, educada, pero eso sí, hablaba mucho. Era una de mis mejores amigas en el hospital. Siempre me sentaba a leerle historias hasta que se dormía; ella tenía cáncer de pulmón y no le quedaba mucho de vida.
  Una tarde de lluvia pasé por su habitación y me llamó. Entré, tomé asiento y me dijo:
_ Amanda, creo que ha llegado el momento de despedirnos y quiero que sepas que te quiero mucho. Sos la persona que más aprecio en la vida, ya que siempre estuve sola y fuiste como una hija para mí.
Y yo le contesté:
_ ¡Abuela! No diga estupideces, a usted le faltan muchos años más por vivir. No se  rinda, acuérdese que yo también la quiero mucho.
   Y fue entonces cuando la abuela dejó de llorar, secó sus lágrimas y me sonrió.
   Al día siguiente me levanté como siempre y me fui a trabajar.
   Al llegar al hospital me enteré del fallecimiento de la Abuela Romi. Fue tan doloroso para mí que hasta me daban ganas de renunciar, pero antes quise saber su nombre, siempre leí su nombre, pero no le daba importancia, para mí era "La Abuela Romi".
  Y cuando miré la hoja, decía: "Romina Alejandra González"-
  Y en ese momento supe quién y qué era mi mamá.


Marieth

    Hace un tiempo yo tenía 11 años. Vivía en una casa grande, mis padres eran millonarios. No me querían porque decía que no era su hija, y como no me querían pero tenía millones, me volví rebelde y sólo tenía malas amistades. A mis padres lo único que les importaba era el dinero. Mientras, yo estaba feliz porque hacía lo que quería.
    Un día mis amigos me invitaron a una fiesta porque faltaban dos semanas para que cumpliera 15 años. Estaba muy enamorada de un chico tan hermoso, que me hice la novia. Cuando se enteraron mis padres, me castigaron y yo les dije que no me importaba, que no se metan en mi vida. Mis padres me dijeron que sí, porque soy su hija, y ahí entendieron que deben pasar más tiempo conmigo, y yo cambié cómo era.



Abril 

_ No quiero que te vayas, Ludmila, no quiero que nos separen, tengo miedo.
_ No, Cami, nunca.
            Al día siguiente, nos avisan que el orfanato cerró y nos teníamos que ir.
            Nos quedamos en la calle, sin nada, sin ropa, sin comida, sin tener dónde dormir.
            Lo único que mi hermana y yo podíamos hacer era robar o mendigar; elegimos lo más sano. Entonces, yo empecé a pedir monedas.
            En ese momento se acerca una señora humilde y pobre que se ofrece a llevarse a mi hermana Camila a su casa para cuidarla, pero mi hermana no quería, lloraba y lloraba porque no quería separarse de mí. La señora la agarró muy fuerte del brazo y se la llevó, no sé dónde, yo estaba desesperada y no sabía qué hacer.
            Con el tiempo fui ganando plata. Mendigaba, hacía pulseras, las vendía y con las monedas y el poco dinero que juntaba iba en colectivo por todos lados para buscarla.
            Muchísimo tiempo después la encontré y me dijo:
_ Creí que nunca volverías.
Y yo le dije:
_ Te prometí que jamás te abandonaría.
            A la señora le dio mucha pena lo que había hecho entonces pensó en adoptarnos; no me gustó mucho la idea, pero en ese momento, lo único que me importaba era que mi hermanita fuera feliz.




 Víctor

            Hace mucho tiempo yo vivía solo en Ciudadela y solamente tenía 15 años. Mi familia estaba muy lejos, me habían dejado porque me había metido en un grave problema y, cuando volví, ya no estaban; por eso decidí ir a buscarlos.
            En la mañana me desperté, me vestí y salí. Fui a buscar primero a una amiga de mi mamá para averiguar si sabía dónde estaban y sólo me encontré con una chica muy linda, pero no era la amiga de mi mamá. Entonces le dije:
_ Buenos días, me llamo Javier.
Y me respondió:
_ Buenos días, yo Nicole. ¿A quién busca?
_ No, sólo venía a ver si estaba la señora que vivía antes.
_ Bueno, hasta luego.
_ Hasta luego.
Y me fui, pero la chica me llamó y me invitó a su casa. Y me preguntó:
_ ¿Por qué la buscas?
_ Porque quería saber si ella sabía dónde estaba mi familia. Y empezamos a hablar toda la tarde, miramos la tele, tomamos café, jugamos y llegó la noche y empezó a llover fuerte. Y me preguntó si me podía quedar y yo me quedé pensando que la lluvia no iba a parar, pero por otra parte me quería quedar porque la chica era muy linda y me gustaa mucho, por eso me quedé.
            Pasaron las horas de la noche, nos empezamos a llevar mejor, tan bien que ella me dijo que yo le gustaba mucho, tanto que desde que me vio se enamoró de mí. Yo le dije que también, entonces esa noche fue el mejor día de mi vida.
            Al día siguiente le conté por qué buscaba a mi familia.
            Ella me dijo que en el cementerio, al visitar la tumba de su mamá, había visto una de una señora que se llamaba igual, entonces fuimos al cementerio y vi la tumba y era mi mamá; la tumba de mi papá estaba a su lado.
            Me puse a llorar porque hasta ese momento había pensado que estaban vivos.
            Y así pasaron días, pero yo no me iba a arruinar la vida porque mi mamá y mi papá ya no estaban.
            Así pasaron años, pasó tanto que hasta me casé con Nicole y tuvimos dos hijos que se llamaron José y Juan. Se casaron, ellos crecieron, tuvieron sus hijos y yo fui abuelo.
            Con Nicole estuvimos dos años más con mis hijos y morimos, pero morimos felices, con nuestros hijos ya grandes.



Luis 

            Hoy me desperté temprano y me hice el desayuno, muy rico, porque me lo enseñó mi mamá cuando tenía unos diez años; ahora tengo quince años.
            Y cuando termino de desayunar llega mi papá todo borracho, con olor a cerveza, y me dice:
_ Buen día, Martín, ¿ya vas a ir a la escuela?
Y le digo:
_ Sí, pá, ¿y vos de dónde venís?
_ Fui por ahí_ me dijo, y subió a su habitación.
            Se puso a discutir con mi mamá, y yo me dije que era una discusión como la de cualquier pareja y que mejor me iba a la escuela. Fui a la escuela, curando vuelvo y miro que hay un patrullero en mi casa voy corriendo y le digo al oficial:
_ ¿Qué pasó, oficial?
Y me responde:
_ Alguien murió, al parecer es un hombre.
_¡Qué!_ le digo, y voy corriendo a la habitación de mis papás y la encuentro a mi mamá y le digo:
_ ¿Qué pasó, má?, los oficiales me dijeron que murió un hombre, qué, mataste a mi papá, decime qué pasó.
            Y ella me dijo:
_ ¿Qué estás diciendo, Martín, yo no maté a tu papá. La policía está porque nos querían asaltar y a los policías no les quedó otra que disparar, porque nos mataba a nosotros.
            Llega mi papá y dice:
_ Acabo de hablar con los policías, quédense tranquilos.
            Y me quedé tranquilo, le di gracias a Dios porque mis papás están bien, y hoy no fue un día muy bueno, pero creo que fue una lección para mi papá, con eso se dio cuenta de todo. Dejó la bebida y todo fue mejorando, y por eso voy a darle gracias a Dios todos los días.  



Lizbeth 

            Yo soy una niña, cumplí 14 años,  vivo con mis padres en una mansión y voy a un colegio privado. Mis padres son muy estrictos conmigo, ni siquiera me dejan salir. Por suerte tengo una amiga que me acompaña en las buenas o en las malas. Hay veces, cuando mis padres se van, que mi amiga y yo aprovechamos para salir con mis amigos a pasear por todos lados. Así fue pasando el tiempo, cuando cumplí mis quince yo me enamoré de un chico lindo, pero era muy aburrido porque no salía a fiestas y era muy educado a la vez. Cuando nos hicimos novios hubo veces que nos escapamos del colegio y fuimos derechito al parque.
            Cuando mis padres nos vieron me castigaron y me encerraron en mi cuerto, pero sucedió una cosa increíble: apareció un joven muy lindo y me dijo: “No tengas miedo porque no te voy a hacer daño”.
             Siempre venía, todos los días, a jugar. Cuando le conté a mis padres me dijeron: “Cuando esté dormido amarralo con un hilo, así le podremos seguir”. Cuando lo amarré y le seguimos se había convertido en una serpiente muy grande, parecía anaconda, pero mi padre agarró un cuchillo y lo clavó en el corazón y se murió. Cuando murió, me enteré de que estaba embarazada de cuatro meses; ni siquiera me había dado cuenta.
            Cuando mis padres se enteraron me dijeron:
_ Cuando nazca tenés que matarlo, porque va a nacer la mitad humano y la mitad serpiente. _ Yo no quería que muriera.
            Cuando nació, mi padre hizo hervir agua cuando estuve desmayada, aprovechó ese momento, agarró el bebé y lo puso en el agua y, cuando estaba hirviendo, escuché un ruido de un bebé, fui corriendo derecho a la cocina y vi a mi bebé muerto.




Mabel 

            Yo vivía en La Ferrere con mi madre y mis tres hermanas: Lucía, Daysi y Clariza. Íbamos a la escuela, pero una se quedaba en casa hasta que las otras volvíamos.
            Mi madre iba a trabajar a las cinco de la mañana, para entrar a su trabajo temprano. Cuando llegamos de la escuela nos cocinamos, almorzamos y nos ponemos a hacer las tareas y después de terminarlas jugamos con mis hermanas con la pelota o con agua toda la tarde, hasta las cinco, cuando empezamos a cocinar para que cuando llegue mi madre cene y no reniegue.
            Mi madre llegaba a las nueve de la noche de su trabajo.
            Cuando llegó mi madre ese día cenamos, miramos un rato la televisión y nos dormimos. Apagamos las luces. Un ladrón entró en nuestro cuarto, mi madre agarró un palo y le pegó y me dijo que fuese a llamar a los vecinos para que nos ayudaran a atrapar al ladrón; los vecinos llegaron y al ladrón lo atrapamos y llamamos a la policía, y se lo llevó.
            Mi madre, mis hermanas y yo estábamos muy nerviosas a causa de lo que pasó en la noche.


Jennifer 

“La mancha de mi juguete”

            Soy una nena que vive en la ciudad y voy a visitar a mis tíos que viven en el campo. Estaba muy ansiosa porque tuve que sacarme buenas calificaciones para visitarlos.
            Al día siguiente tomamos el bus. Al llegar, mis tíos me estaban esperando con una gran sonrisa; llegamos a la casa y había una cerca y me dijeron que no vaya más allá porque había peligros, pero eso a mí no me importó. Crucé la cerca y me puse a jugar, y de pronto vi que venía un señor muy mal: creo que estaba herido y tenía una mordedura y me decía palabras que no le entendía. Como yo no era del campo, no sabía el idioma en el que me hablaba; su pierna se estaba volviendo de un color violeta con verde y me asusté y me fui corriendo.
            Llegué a la casa de mis tíos y les conté; fueron rápido al lugar.
            Llegaron a la casa y me dijeron que murió a causa de que le mordió una serpiente. Claro, a mí no me importó porque él manchó mi juguete con algo rojo que salía de su pierna y el día que tuve que irme,  lo hice enojado sin mi juguete.


Sofía 

Nunca es tarde para pedir perdón

- Corré, corré - es lo único que escuchaba que me gritaba mi amiga Cecilia, yo sé que ella es una chica muy buena, a pesar de que robaba de los almacenes.
- Corré Luis, Corré - yo corría, corría sin parar, sentía que el corazón se me descolocaba.
- ¿Dónde estás? dije mirando de lado a lado, sintiendo que algo me estiraba y me hacía caer atrás de un basurero
 - Shhh! callate Luis, no hagas ruido -
Yo, con el corazón en la mano me quedé helado y vi a dos hombres cruzando la avenida. Ella se paró y me tomó de la mano, me dijo que era muy rápido, y que algún día tendría que ser corredor. Yo no la entendí muy bien, nos fuimos hasta la esquina, me dio una bolsita que tenía chicles, nos sentamos en la calle y los comimos.
- Ya está, ya se fueron - me dijo Cecilia y yo me aliviaba de tremendo susto, por haberla acompañado a robar esos chicles.
- ¿Dónde vivís? - le pregunté poniéndome serio. Ella me miró y me dijo: “¡En mi casa, zapallo! vivo con mi papá, aunque él solo piensa en tomar y fumar”.
- ¿Vos? ¿dónde vivís? Me preguntó sonriéndome, con esas sonrisas de que tocás la luna y no volvés ala Tierra hasta que no te despierten.
- ¡Luiis! -Me gritó pellizcándome el brazo.
- ¿Con quién? -
-¡Ayyyy me dolió!_ Se lo dije quejándome.
Y solo contesté: “Vivo acá en la villa”.
- ¿Solo? me preguntó mirándome sorprendida.
- Sí, solito.
- ¿Y tus papás?
- Ellos... viven... No sé ¿Qué te importa a vos? - Le dije así todo enojado.
- Ay, bueno, nene - me dijo dándome un golpecito en el brazo.
- Me tengo que ir, tengo cosas que hacer - Le dije y la miré hasta el final de la calle y volví para mi casa.
-¿Dónde cuernos estabas, pendejito? - me gritaba mi tío, ese señor don sabelotodo, y que no sabe nada.
-¡Con mi amiga! - le dije rezongando.
-¡Chist, chits! A mí me respondés bien, querido - me dijo con cara de gruñón , pero me era extraño, hoy estaba más gruñón que siempre, capaz no vendió nada. Él vende "medicamentos" o esas payasadas que me contó, que no me quiere dar a mí porque dice que soy un nene, pero yo sé que no son "medicamentos" son no sé qué, pero causan efectos alocados en las personas, lo sé porque por acá todos tienen de esos, pero yo no.
La vecina, la  señora Doña Rosa, me dijo que nunca, nunca lo pruebe, que eso hace daño y que se puede volver una adicción, yo se lo prometí y ella me regaló un chupetín .   Me puse recontra feliz porque me encantan los dulces.

   A la tardecita me crucé a Cecilia, estaba sentada en la calle como siempre, me voy y me siento a su lado, tenía una bolsita en su mano y me preguntó si quería un poco, yo no la entendía muy bien y le dije que sí; pensé que eran dulces, puse mi mano en su bolsa y saqué un algo, y ella lo envolvió en un papelito, y lo prendió. La miré con cara de asombro, me dio miedo y curiosidad, no podía dirigir una sola palabra, apenas respiraba.
-¿Querés? - me preguntó  así como si nada, pero yo sabía que eso que ella fumaba eran casi lo mismo de los que vendía mi tío, digo casi, porque el papelillo de Cecilia era un poco desprolijo.
-No, no quiero- le dije yo. Así con cara de serio y todo.
- Pero dale, un poquito no te hace mal - pero yo no quería, porque le prometí a la señora Rosa que nunca, nunca fumaría, ni siquiera probaría. Lo vi a mi tío acercándose a mí, lo vi desde la esquina, venía con taaanta prisa que al cerrar y abrir de ojos, lo tuve en frente mío.
-¿Qué haces con eso en la mano?- me preguntó con un grito que hasta los de la otra ciudad que queda a dos horas de mi casa, lo habrá oído.
- Nada, estoy con Cecilia- le dije sin temor, no entendía bien por qué su enojo, pero no era nada amigable la cara que puso cuando la vio a ella fumando y a mí con la bolsa. Me agarró del brazo bien fuerte, y me llevó a mi casa, lo recuerdo como si fuese hoy mismo.
   Me pegó una piña en la cabeza que me hizo caer en un segundo. Me arrancó la bolsa de la mano y me dijo que esos medicamentos él lo vendía para darnos de comer y que no los debía robar. Ahí fue cuando quise explicarle que yo no los robé y menos que menos que los fumé. Pero antes que se me escape un chiflido me dio una de esas, que me desmayó. Aun así me seguía pegando y yo ya sin razón, morí. Losé porque cada viernes por la tarde Cecilia me trae cartas en mi casa; ella no me ve porque me escondieron en un cajón, así mi tío no me pegaba más. Pero yo sé  que él se arrepiente y yo ya lo perdoné aunque él no lo sepa. La señora Rosa, siempre  viene a arreglar mis plantitas, en cambio el tío  nunca, nuca me vino a visitar, pero siempre lo voy a esperar, porque algún día volveremos a estar juntos y volveré  a jugar con Cecilia en la calle como lo hacíamos siempre.

FIN.

Características del personaje: Un niño de 8 años de edad, que no tenía estudios, vivía prácticamente solo en una villa , y tenía solo una amiga , Cecilia.
¿Cómo es su familia?: Solo vive con su tío, él vendía droga .
¿Cómo es su personalidad? Un niño como cualquier otro, con la diferencia de que no tenía a nadie que le explique sobre la vida .




Luis Alberto

            Hoy me levanté temprano y mis padres se fueron a trabajar; mis hermanos se fueron al colegio y yo me quedé en mi casa con mi perro Toby y con mi gato Andre. Me sentí aburrido  y me fui a los jueguitos y me divertí mucho; al regresar a mi casa jugué con mi perro y mi gato y en ese momento llegaron mis padres y mis hermanos. Mis padres me dijeron: “Lucas, vamos con tu abuela”. “Bueno, vamos”, dije yo.
            Llegamos, y con la alegría de ver a mi abuela ella me preguntó: “Lucas, ¿cuántos años tenés, que no te veo hace mucho?”
_ Tengo ocho años.
_ ¡Ay! ¡Qué grande que estás!
            Mis hermanos y yo fuimos a caminar por la calle y en ese momento hubo un robo por la calle, y nos involucraron a nosotros y, por error, a mi hermano de 16 años se lo llevaron a la comisaría. Yo fui a la casa de mi abuela y les dije a  mis padres:
_ Papá, a mi hermano se lo llevaron por error a la comisaría.
_¿Sí? Bueno, vamos.
            Llegamos y aclaramos todo y lo liberaron, por suerte llegamos a la casa de mi abuela y nos despedimos y llegamos a la casa y todo volvió a la normalidad. Mi papá se fue con mis hermanos a la escuela y yo me voy a la tarde a la escuela.




Micaela 

            Hoy me levanté temprano para ir al colegio, siempre llego justo cuando dicen mi nombre:
_ Morales, Agustina.
            Yo digo:
_ Presente, acá estoy, profe.
            Todos se me quedan mirando como diciendo “¿A qué hora llegó ella?”.
            Tengo doce años. Yo soy de Buenos Aires, Argentina, mi familia es de la alta sociedad, tienen millones. Mi papá es un empresario muy ocupado. La gran mayoría de los días se los pasa en la oficina o viajando. Mi mamá es abogada, siempre se la pasa en su estudio o en la computadora trabajando en casa y tengo a mi hermano que tiene dieciséis años, se llama Matías, él siempre se ocupa de que esté bien.  Es un buen hermano, no me puedo quejar de él.
            Yo soy una persona con grandes capacidades de estudio, me gusta que me escuchen y que jueguen o hablen conmigo, pero como mis padres están muy ocupados para eso me dejan con mi nana Soledad. Ella me mima, me cuida, me escucha y me entiende. Hacemos todo juntas, la quiero mucho.
 Un día después de la escuela ella me dejó andar en bici con mi vecina. Se largó a llover en una esquina, perdí el control y me quebré el brazo; le avisaron a mi nana, ella vino corriendo y me llevó al hospital. Mis padres estaban preocupados por mí, nunca los había visto así, tan preocupados.
Mi mamá se enojó  con mi nana, hasta la echó y me enojé mucho con ellos porque la extrañaba. Les expliqué que ella no tenía la culpa, que yo me fui a andar en bici y cuando estaba volviendo a mi casa se largó a llover, doblé la esquina y resbalé, y ahí fue cuando ella vino corriendo y llamó a la ambulancia. Ella no tenía la culpa, se me quedaron mirando, pasaron dos días, mi nana volvió. Yo estaba feliz, y hoy por hoy, estoy castigada por eso.



2 “b”

Luz

            Ya pasó un año desde que mi vida cambió para siempre. Hoy me siento fuerte y capaz de contar esa terrible historia.
Yo vivía con mi tía y mi hermano de 20 años. Me llamo Érika. Vivía en una casa muy grande y tengo una amiga llamada Sandra que es muy buena. Mi hermano se llama Jorge y toma mucho, también se droga.

Pasaron tres días y mi tía muere; no podía parar de llorar, pero me calmé y luego me animé a decirle a mi hermano que yo quería ir a la escuela. Me dijo mi hermano que estaba muy niña, pero yo le dije que no, que ya tenía diez años. Esa noche me fui, no le hablé y salí afuera, donde estaba mi hamaca con mi muñeca. Salí y escuché una voz.

Yo quería saber qué era esa voz; caminé diez pasos y vi que la hamaca se movía. Yo estaba bien asustada; di un paso y estaba mi muñeca Sally tirada en el piso, cerca del cementerio. Asustada, me fui a la casa de mi amiga Sandra, que era muy buena y salía que me ayudaría.

Fuimos al cementerio, vimos un gran agujero y escuchamos un grito de hombre sobre nosotras. Corrimos directo a mi casa, vimos la ventana de arriba y corrimos juntas hacia allí y mi hermano estaba muerto, clavado un cuchillo en su cabeza. Yo no paraba de llorar y me preguntaba por qué me pasaba esto, yo qué hice para merecerlo… y ahí estaba mi muñeca Sally con el cuchillo al lado. La alcé y giró la cabeza. Sandra gritaba de miedo, yo estaba paralizada y no podía moverme y le tiré a mi muñeca Sally.

Mi muñeca se paró, caminó y yo no paraba de gritar, Sally me dijo: “Yo era el amigo de tu hermano, pero me traicionó y le dije que iba a volver… Y ahora estoy acá y por eso elegí la muñeca para habitar en ella.”

Agarré el cuchillo y le clavé en la cabeza la hoja, pero no moría, así que agarré el hacha, la partí en pedazos y la quemé y la tiré al lago. Mi amiga Sandra estaba trastornada; yo le dije: “Tranquila, todo terminó, y gracias por ayudarme”. Vino la policía y se encargaron, pero no me creyeron nada y se rieron de mí. Yo miré hacia el lago y vi la mano de mi muñeca saliendo del agua, pero en realidad no era más mi muñeca Sally porque tenía otra alma o fantasma dentro, y nunca más volví a ese bosque y me fui a la ciudad y todo terminó. Ahora me siento tranquila, pero mi muñeca Sally vive.   


Sol 
El diario de Zoe

            Hace unos dos años viene a visitarme una amiga que se llama Abigail. Cada vez que viene hace mucho frío, y ella es muy pálida. Lo que me parece muy raro es que nunca me dejó abrazarla ni darle un beso en la mejilla. Al principio le tenía miedo, pero después me di cuenta de que ella no quería asustarme, sino que quería ser mi amiga; algunas veces me asusta de todas maneras.
            No soporto que Abigail se me aparezca de la nada y que escriba el espejo, porque no entiendo qué me quiere decir y después mi mamá me reta porque piensa que fui yo.
            Hoy vino a merendar una amiga del cole que se llama Andrea. Yo le quise presentar a Abi pero no la pude encontrar, pero no importa, otro día se la voy a presentar y vamos a jugar juntas toda la tarde, vamos a merendar, a jugar a las escondidas, a la mancha y muchos juegos más.
Perdoname si te asusto, pero donde estoy
Yo, impera el mismísimo terror.
Abi
         Abi me deja mensajes en todos lados: en el espejo del baño, en el de mi pieza y ahora en mi diario, ya no sé qué hacer porque no entiendo nada y me está dando miedo como al principio. Ayer le dije a mi mamá y no me creyó, ella piensa que es mi amiga imaginaria. Ella me explicó que todos, o casi todos, cuando somos chiquitos tenemos amigos imaginarios, pero ella no es imaginaria.
            Hoy cuando vine del cole empecé a escuchar ruidos raros que venían de un cuartito que tenemos arriba que está lleno de cosas de mi papá. La llamé a mi mamá para que vaya a ver quién o qué era, pero salió al patio a darle de comer a mi perro Tomás y no me escuchaba. Entonces fui al cuartito sola, abrí la puerta y el ruido era como golpes que venían de adentro de una caja. En realidad estaba lleno de cajas, pero había una en la que por alguna razón se escuchaban esos golpes, como si fuese que alguien o algo quería salir de ahí. Abrí esa caja y los golpes pararon; adentro había un álbum de fotos que era de color rosa con letras violetas que decían: “Abi”. Cerré la caja y me llevé el álbum a mi pieza, cerré la puerta, me senté en mi cama y lo empecé a mirar. Eran fotos de un bebé y mi papá estaba casi siempre en las fotos; él estaba con una mujer de pelo ondulado negro y ojos verdes y, lo que me llamó mucho la atención, fue que en las últimas fotos estaba mi amiga Abigail. Me quedé mirando fijamente a Abigail porque no podía creerlo y de repente y muy rápido el álbum de fotos se me escapa de las manos, como si alguien invisible me lo sacara y lo tirara en un rincón de mi pieza y en el espejo aparece escrito con marcador rojo: “Yo sin quererlo estoy flotando, no quieras hacerlo vos”.
            Yo fui corriendo a la cocina, donde estaba mi mamá, y le dije todo lo que había pasado. Y ella me dice:
_ Cuando venga tu papá a la noche vamos a hablar, no te preocupes mi amor, andá a hacer la tarea que yo te llamo para cenar”.
_ Bueno, está bien, mami, te quiero mucho.
_ Yo mucho más, mi vida.
            Y me fui a hacer mi tarea como todos los días. Al rato me llama mi mamá para cenar, y cenamos todos juntos con mi papá. Terminamos de cenar y mi mamá me dice:
_ Bueno, Zoe, es hora de irse a dormir porque mañana hay que ir al cole.
_ Bueno, mami_ respondí.
            Me acerco para darle un abrazo y un beso, me acerco al oído y le pregunto: “¿le vas a decir eso a papá?”. Y ella me dice: “Sí, eso voy a hacer ahora, te amo mucho hijita mía de mi corazón”.
_ Yo también, má.
            Saludé a mi papá con abrazo y un beso y le dije:
_ Te quiero mucho, pá.
_ Yo mucho más, Zoe. 
            Y me fui a mi pieza. Limpié el espejo que estaba escrito y de la nada aparece Abigail y me dice:
_ Media hermana, trata de no venir acá, porque hace mucho frío.
_ ¿Por qué? ¿A dónde voy a ir?
            Y ella me responde:
_ Salvate, eso mitigaría mi sed de venganza.
            Y desaparece.
            Me preocupé un poco, pero después apagué la luz, me acosté en mi cama y en eso se abre la puerta y escucho unos pasos. Yo me asusté y me tapé toda con la frazada, siento que alguien se sienta en mi cama, me destapa la cabeza y lo último que llego a ver es a Abigail parada en al puerta de mi pieza, mirando muy asustada, y a mi papá, que era él el que se había sentado en mi cama y me tapó la cara con una almohada sin dejarme respirar.

Carla 
“La enfermedad de Adrián”

Ayer cortaron nuevamente la luz en casa; a mi mamá no le importa nada desde que se separó de mi papá. Ese fue el momento en que mi vida empezó a ser tan triste, desde que papá y Lucas se fueron de casa.
Anoche, hablando con mamá, le pregunté por qué mi papá se fue a vivir a otra casa y no venía más. Ella me contó que yo cuando nací tenía un problema que, a medida que iba creciendo, iba siendo más grave, y que ahora mi enfermedad es síndrome de down leve.      Mi papá se enteró de mi enfermedad y no me quiso, porque él es un hombre de plata y quería que sus hijos fueran estudiosos, educados y de clase alta.
            Cuando me fui a dormir me quedé pensando en lo que me había contado mamá y me puse re triste y me puse a pensar que me dio a entender que por mi culpa y por mi enfermedad papá nos abandonó.
            Cada día que me levanto, mi mamá me hace que le haga el desayuno, que le lave la ropa, que sea como un sirviente Ella se junta con sus amigas en casa y yo tengo que limpiar todo y servirle a sus amigos y amigas.
            Estoy muy triste. Mi mamá me vive echando en cara que por ser enfermo mi papá se fue, y cuando yo lloro, me pega con un cinturón. Me deja todo marcado y me pone debajo de la ducha con agua fría.
Un día me sentía muy mal y mamá me obligaba a todo. Cuando ella fue a buscar a sus amigas salí de casa, me escapé porque no quería estar más con ella, quería ver a mi hermano y a mi papá, pero no los encontré, hallé una casa en donde no vivía nadie y ahí me quedé a dormir. Yo quería empezar a estudiar, quería ir al colegio y tener amigos. Me siento re solo y no sé qué hacer de mi vida.
    Un día me crucé con mi hermano Lucas en una plaza. Él estaba con sus amigos, yo me senté al lado de él y nos pusimos a hablar, y me contó que vive en una casa muy grande con gente que le hace el desayuno, la comida, le lava la ropa, le limpia la pieza; me dijo que tenía mucha plata. Le pregunté si me podía ir con él y me dijo que no, que yo era un chico pobre que no sabe nada, que no tengo amigos ni nada y que para mi papá soy la peor pesadilla Lucas se fue, me dejó 20 pesos y yo le dije: “Gracias, hermano, te quiero”. Y sus amigos le preguntaron: “¿Este retardado es tu hermano?”, y Lucas dijo: “No, es un pobre niño de la calle que me dice así y hace mucho que no lo veía.”
    Desde ese momento mi vida empezó a cambiar. Me fui a mi casa sabiendo que mi mamá al llegar me pegaría porque me fui dos días y yo no quería sufrir más.
Llegué a casa y entré por la puerta de atrás con un palo. Mamá dormía, y al escuchar un ruido se levantó y al verme sacó un cinto y agarró un palo, pero yo no quería aguantarme más nada, no quería sufrir más. Había pensado mucho que en mi interior era muy triste. Y quería seguir viviendo como un chico común, no ser un esclavo, no quería ya que me maltraten. Fui acumulando todo eso. Mi mamá me había retado y me llevó a bañar, yo no quería porque le tenía miedo, llenó la bañera y me metió, y al querer yo salir, me empezó a ahogar. Cuando vio que no respiraba me soltó y se fue a la cocina.
Yo pude salir y llegar a la cocina, como pude. Agarré una cuchilla y cables. Ella miraba la tele, yo me acerqué y le di una puñalada en el pie y otra en el brazo. Empezó a gritar y a desangrarse, cuando vi que se estaba muriendo, que no se podía mover, agarré el cable, la até toda y la metí a la bañadera. Le di dos puñaladas más en la panza y una en el corazón. Me quedé solo porque no tengo a nadie que me quiera aceptar como soy.
    Cuando mi papá se enteró de todo esto me vino a buscar para llevarme a su casa. Él me dijo que me quería internar. Pero yo estaba muy triste a causa de lo que había pasado. Cuando mi papá fue a la casa de mi mamá, la vio en la bañera toda desangrada y flotando, y mientras la desataba y la sacaba yo llamé a la policía.
    Cuando llegó la policía vieron a mi papá todo manchado de sangre y yo me puse a llorar y les dije que él había matado a mi mamá y que me quería matar a mí también; estaba desesperado. Lo metieron en la cárcel y le dieron cadena perpetua.
    Yo volví a la casa de mi papá, me fui con mi vecina, que fue la que me crió desde que nací y que me dio de comer todos estos años. Vivíamos en la mansión con mi hermano, al que le dije: “Como dice el refrán, el que las hace, las paga”.
    Pasaron tres años, yo cumplía los doce años  y festejé mi cumpleaños en la mansión con mi vecina, que era mi mamá, y con muchos amigos que me hice en el barrio. Me costó tener amigos, peor lo logré. Nos sentamos todos a festejar y teníamos un mucamo; ese mucamo era m hermano. Desde que entré a esa casa empezó a mandar mi mamá (la vecina). Y a mi hermano, por hacerme sufrir tanto y no quererme como hermano, lo empezamos a hacer limpiar, lavar, hacer la comida, ordenar toda la casa. Y sus amigos, al enterarse de que yo era su hermano y no su amigo, y saber de mi enfermedad, no lo podían creer y le tomaron odio y mucha bronca por cómo era, y perdió todas sus amistades, que pasaron a ser mis amigos.
   Así fue pasando el tiempo, fui creciendo y haciéndome tratamientos. A los 20 años, la enfermedad se me había atenuado, porque no era síndrome de down, como mis padres habían creído.
   Me puse de novio, me casé, y decidí hacer en mi casa un hogar para chicos de la calle y chicos con problemas. Porque no me gustaba ver ni a un chico en la calle, no quería que ningún chico pase por lo que pasé yo. Mi hermano se internó en un colegio.
   Mi papá murió en la cárcel, ahorcado
   Y mi vecina, esposa y los 13 chicos que viven en mi casa y yo decidimos vender el chalet y comprarnos una mansión. Mis hijos empezaron el colegio, tienen amigos y amigas y son todos felices.
   Es el día de hoy que no tengo ninguna enfermedad. Tengo mujer y trece hijos, soy muy feliz aunque mi pasado sea muy triste.
   Yo criaré a lo chicos y no dejaré que nadie los toque, y haré que sepan valorar lo que tienen.
   Un año después de organizar todo soy muy feliz viviendo con la gente que me hizo y me hace bien, con mis hijos, mi mujer y mi mamá del corazón (mi vecina).

Firma: Adrián

Características del personaje: Se llama Adrián, tiene nueve años, vive en la ciudad, le dijeron que tiene síndrome de down leve pero no es cierto, tiene un hermano de 12 años llamado Lucas, la madre se llama Sofía y el padre Nahuel, le gusta estudiar.
La madre lo culpa por la separación con su marido, lo trata mal, dedicaba su tiempo a estar con amigas y no le prestaba atención y lo usaba como su sirviente.
Su padre y su hermano viven en la ciudad. Nahuel, su padre, tiene mucha plata y vive con Lucas, un chico muy educado y malcriado. Adrián es muy bueno, un niño al que le gusta estar con mucha gente, pero no tiene amigos ni familiares que lo quieran.
Le gusta jugar con sus autitos que le regaló una vecina cuando él nació.

  Ronald

Ésta es mi historia

            Esta es mi historia: yo me llamo Emiliano y vivo en un barrio que está en guerra, pero no una guerra de países ni una con bombas; esto era una guerra de pandillas que peleaban por el barrio. Luchaban por cuál pandilla se iba a quedar en el barrio y dominarlo. Las dos pandillas estaban dominando las calles, nos robaban, se drogaban en las calles, las personas ya hasta tenían miedo de salir de sus casas.
            Mi historia empieza cuando yo todavía estaba estudiando. Iba a la escuela con mi hermanito; yo tuve que madurar rápido porque mi papá había muerto y tuve que ir a trabajar.
            A mí y a muchos amigos nos robaban, una de las pandillas nos pegaba por diversión, hasta que un día decidimos armar nuestro grupo y protegernos entre nosotros. Ya éramos muchos y ya estábamos ahuyentando una pandilla, pero un día los de la segunda pandilla nos pidieron hablar con nuestro jefe, pero como no éramos una pandilla, me pidieron a mí, porque yo era el que armó el grupo. Los de la otra pandilla nos pidieron unirse a nosotros, tres amigos y yo nos unimos y, al unirnos, hicimos todo, por lo que mis amigos y yo impedimos que siguieran existiendo los robos y delitos.  

Iliana y Darío 

La historia de Darío e Iliana

            Se llama Mía, tiene 6 años, vive en la ciudad de Buenos Aires, en González Catán. La niña tiene dos hermanos mellizos, uno llamado Benjamín y el otro Ian. La madre se llama Iliana, y el padre, Darío.
            Un día, Mía le pide prestada a la madre una remera, porque le gustaba mucho. La madre le dijo que no, porque esa remera tenía una historia muy importante. Mía le pidió a Iliana y a Darío, sus padres, que le cuenten la historia de la remera; los padres sonrieron y le empezaron a contar…

            “Esa remera tu mamá se la compró para usarla el día en que yo le pedí que fuéramos novios, que fue el 10/1/2012.”

Mía les pregunta cómo se conocieron.   Y los padres respondieron:

            “Nos conocimos gracias a tu tía Carla, porque ella estaba saliendo con tu tío David. Tu mamá se empezó a hablar con Carla porque tu tío le dijo q tu mamá que se iban a ver en algún lado, o algo parecido. Cuando tu mamá  le fue a decir a Carla lo que dijo David, estaba yo. A partir de ahí yo empecé a ir todos los días a la casa de Carla, tu mamá se asomaba al balcón todos los días para verme a mí. Yo en ese tiempo estaba teñido de rubio y usaba lentes de contacto celestes, y a tu mamá le gustaba mucho.
            Un día pasó haciéndose la coqueta y Carla le preguntó si ese día salía a bailar. Le dijo: “Sí, ¿vos?” Y ahí salté yo y le dije: “¿Me llevás?” Y ella me dijo: “No, voy sola”. Yo le pregunté por qué, y me dijo: “Porque no, voy sola…”. Ahí me subí al auto y me fui.
            Un año después nos encontramos en el cumpleaños de un amigo que teníamos en común. Yo tenía otra novia y le pregunté a tu mamá si ella era la chica del primer piso, y me dijo: “Sí, ¿por qué?”. Y yo le respondí: “¡Ahhh, entonces sos vos la chica que me dijo que no me llevaba a bailar!”. Y ella me preguntó si yo era el chico rubio, y yo le dije que sí.
            Al día siguiente salí con la tía Cintia de la casa de la abuela Perla. Me encontré con tu mamá en la esquina, y le dije: “¿Salimos hoy?”. Ella me preguntó a dónde, yo le contesté que a bailar. Ella me dijo que no la iban a dejar; yo le dije que iba a hablar con la abuela Moni.
            Al llegar la noche, llegué a la casa de mamá y subí para hablar con la abuela, y le dije que si la dejaba venir, porque era el cumple de la tía Karen. Me dijo: “Ok, vayan, pero a las 4: 30 am acá, si no, no va más”. Llegada esa hora, mamá  estaba en su casa.
            Llegado el día 10/1/2012 le mandé un mensaje a mamá diciéndole que había pasado una noche genial, y que si ella estaba dispuesta a ser mi novia… Ella me respondió del celular de la tía Emilse diciendo que también la había pasado genial y que sí, que estaba dispuesta a ser mi novia.
            Y desde ese día, mamá y papá están de novios.



Características del personaje:

Una niña que se llamaba Mía, que vive en la ciudad de Buenos Aires, en Catán.
Su familia está compuesta por dos abuelas, un abuelo y un bisabuelo. Seis tíos: tres mujeres y tres varones. Papá y Mamá. La situación económica de su familia es media. Ella es rubia y de ojos verdes.


Victoria 

            Mi nombre es Jésica, tengo 15 años y tres hermanos. Mi hermana Carmen tiene 17 años, mi hermanito Adán tiene 13 y mi hermanita Zulma es la menor, tiene 10 años. Les voy a contar mi vida del pasado.
            Cuando yo tenía 6 años vivíamos en un campo. Mis papás tuvieron problemas y se separaron; dos meses después mi papá murió con una enfermedad.
            Mi mamá nos dejó a Carmen y a mí, se fue a la ciudad con mis hermanitos menores; dijo que cuando encontrara un lugar fijo donde vivir y un trabajo seguro, volvería por mí y por mi hermana; nos dejó con mis padrinos.
            Ellos eran muchos, tienen 6 hijos, todos son menores de 8 años. Nuestro trabajo era pasear ovejas. Éramos cuatro: yo, Carmen, mi prima de 8 años y mi primo de 7 años; pasábamos día tras día paseando ovejas. Mi hermana y mi prima tenían la suerte de ir al colegio; ellas sólo cuidaban a mediodía y, cuando llegaban las vacaciones de invierno, la pasábamos bien: mientras las ovejas comían pasto nosotros jugábamos en los pozos que había cerca de la casa. Así pasamos un año sin mamá y sin mis hermanitos.
            Ya había pasado un año, mi mamá no vino por nosotros.
            En una noche de luna llena sentí que alguien abrió la puerta. Rápidamente me levanté y desperté a mi hermana; cuando salimos afuera, al patio, y vimos a mis hermanitos, nos pusimos re contentos. Minutos después llegó mi mamá y nos abrazó tan fuerte que por un momento sentí que se me cortó la respiración, nos llenó de besos y dijo: “Preparen sus cosas, ¡vine por ustedes!”. Y rápidamente agarramos lo más importante y salimos corriendo de la pieza. Estábamos tan felices que olvidé despedirme de mis primos.
            Cuando llegamos a la ciudad, mi mamá nos llevó a la pieza donde vivía. Al día siguiente fue a inscribirnos al colegio. Meses después, noté preocupada a mi mamá y me acerqué a hablar con ella, a pesar de que yo era muy chica (tenía tan solo 8 años). Me dijo que tenía problemas económicos. La plata que ganaba no le alcanzaba para pagar el alquiler, los materiales del colegio, para los alimentos de la casa. Éramos cuatro y mi mamá no podía con nosotros.
            Decidí buscar algún trabajo. Mis vecinas eran mayores de edad y no tenían hijos; me dijeron que me iban a hacer estudiar a cambio de que yo me vaya a vivir con ellos. Mi hermana tenía 10 años. Nos sentamos a hablar por los problemas económicos y decidimos ir a trabajar.
            Carmen se fue a trabajar de vendedora en el mercado hasta medio día, y en la tarde estudiaba. Yo me fui a vivir con mis vecinos. Mi mamá en un principio no quiso que nos fuéramos, pero después, lo aceptó.
            Dos años después, un día domingo, nos juntamos en la pieza en donde alquilábamos. Mi mamá nos dijo que lo mejor era que nos fuéramos a otra provincia. Vino el micro y partimos.
            Cuando llegamos, entramos a comer a un restaurante. Pasamos la noche en la calle porque no encontramos un lugar donde dormir. Al día siguiente, mi mamá fue a buscar trabajo, mientras nosotros nos quedamos en la calle cuidando nuestros bolsos. Ella volvió contenta porque había encontrado trabajo de cocinera, pero nos faltaba buscar un lugar donde vivir. 
            Nos quedamos tres noches más en la calle.
            Un día se acercó una señora (era mayor de edad); mi mamá no estaba porque se había ido a trabajar. La señora nos preguntó si estábamos solos y yo le dije que estábamos con mi mamá y no teníamos dónde dormir, y entonces la señora nos llevó a su casa y nos dio una pieza, frazadas y una cama. A la tarde yo fui a donde estaba mi mamá para buscarla, para que no se preocupe.
            Cuando llegué con mi mamá y le conté todo, ella se sorprendió. Nos fuimos rápidamente a la casa de la señora. Cuando mi mamá vio a la señora se sorprendió mucho y se abrazaron tan fuerte que por un momento pensé que mi mamá se había quedado sin aire; yo no entendía nada, ellas hablaban de mi abuelita y yo me metí y les pregunté si se conocían, y me respondieron que sí. Luego nos explicaron que la señora Máxima era nuestra bisabuela.
            Nosotros nos sorprendimos porque nos habían dicho que ella estaba muerta, pero ahora vi que estaba más joven que mi propia abuela.
            Después de 20 años se reencontraron. Lo primero que mi mamá hizo fue llamar a mi abuelita para darle la noticia. Mi abuela pensó que su mamá ya había fallecido.
            Desde ese día todo cambió. Yo ayudaba a mi bisabuela en un bar de comida que tenía, mi mamá siguió trabajando, mi hermana se quedaba en casa cuidando a mis hermanitos y a la vez estudiaba. Pero después de tres años dejó el colegio porque tenía mala junta; ella salía de casa diciendo que iba al cole, pero no iba. Meses después tuvo un hijo con el novio; él se fue y no quiso hacerse cargo del niño. Con todo eso, mi mamá estaba mal, pero después se solucionó todo y seguimos nuestras vidas. 

Ilustraciones: Cristian